El final mejora exponencialmente incluyendo la referida escena, pues sirve para atenuar el tan hollywoodiense “happy end” que hubiese sido no incluirla. No digo que la escena del cuarto de baño y la salida del mismo no sean momentos magníficos pero necesitaban de una escena así para complementarlos y conseguir un final redondo.
Años después Alexandra Dahlströn fue asistente del director en “Lilya 4-ever” también de Moodysson. Y es que a parte de saber ruso, estaba claro que Alexandra podía ser una asistente muy funcional.
